Las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias expresarán parte importante de las contradicciones del Chile actual. La pregunta central no es sólo quién ganará, sino bajo qué condiciones se dará ese triunfo. ¿Será el continuismo del gobierno de Boric, el aterrizaje en la Moneda de la derecha, incluso la ultraderecha? Lo cierto es que ninguno será nuestro gobierno, y contra todos tendremos que continuar organizándonos y movilizándonos, pero cierto es también que son tres escenarios distintos que debemos comprender.
El que gobierna pierde.
Desde hace 15 años se ha instalado una dinámica que aplica sin excepciones: la coalición política que gana el gobierno, lo termina perdiendo en la próxima elección. Así se han intercalado el poder la derecha y la centroizquierda en las últimas 4 administraciones. No es un hecho azaroso. Los problemas sociales, económicos y políticos que sufrimos millones de familias trabajadoras no pueden ser resueltos por los mismos gobiernos capitalistas que los provocan.
La desigualdad social, el antidemocrático sistema político, el modelo económico extractivista y privatizador que nos impusieron, provocaron una ola masiva de protestas durante la rebelión popular de 2019. Los males del capitalismo quedaron en evidencia en las voces de las víctimas que los padecemos a diario. Seis años después, con el gobierno de Boric junto a la ex concertación, el Frente Amplio y el Partido Comunista, ninguna de las demandas exigidas en las calles fue resuelta. Por esto la decepción de millones con el actual gobierno marcará el curso de la votación.
El gobierno de Boric agotó las constantes promesas de “cambio y transformación” que nunca se llevan a cabo, y esto ha provocado la ruptura de gran parte del electorado. La derecha tradicional, que también es víctima del rechazo popular después de los desastrosos gobiernos de Piñera. Hoy, esa ruptura con ambos bloques políticos viene siendo ocupada por la ultraderecha de Kast y Kayser.
No es su discurso conservador y de brutales ataques económicos contra las familias trabajadoras la base de su posible apoyo electoral, sino el resultado de una campaña que busca capitalizar el miedo a la delincuencia y los prejuicios xenofóbicos contra las comunidades migrantes. No es un giro de millones hacia programas de ultraderecha, sino un voto de protesta contra las viejas colaciones política de los 30 años.
No debemos minimizar el ascenso de la ultraderecha.
El avance electoral de la ultraderecha está lejos, por el momento, de augurar la “llegada del fascismo”. Los candidatos de este sector tendrán la misma tarea que los otros candidatos capitalistas a presidentes, que no es otra que la de administrar ataques económicos contra las familias trabajadoras, los pueblos y el medioambiente. No crecerá su apoyo social producto de gobiernos que resuelvan los verdaderos problemas de la gente, y esto dificultará el intento de transformar el voto protesta en una masiva base social reaccionaria que apoye su agenda antiderechos y sus discursos de odio, por más que puedan hacerlo parcialmente reorganizando al pinochetismo y sectores facsistoides que siempre han existido minoritariamente en el país.
No debemos minimizar este curso que tomará el próximo gobierno si gana la ultraderecha. Que no tenga las condiciones para imponer todos sus planes inmediatamente, no quiere decir que no intentarán avanzar en ese sentido. Sobre todo si obtienen mayoría en el congreso, y como respuesta no logra articularse una verdadera oposición política y social que los enfrente movilizados en las calles.
¿Debemos apoyar la continuidad del gobierno de Boric?
Ante la desesperación del claro avance electoral de Kast y la ultraderecha, muchos activistas sociales y sindicales se resignan ante el único camino que creen posible para detenerlo: el apoyo a Jeantte Jara, candidata del actual gobierno. No hay nada de arbitrario en esta opción de honestas y honestos compañeros, que entienden con claridad que es la única con posibilidades electorales contra Kast. Sin embargo, es una opción equivocada.
La ultraderecha avanza por el camino de decepción de millones de votantes que que le ha abierto este gobierno. No sólo porque Boric y Jara no cumplieron ninguna de sus promesas, y gobernaron con una agenda absolutamente capitalista, sino que llegaron al punto de defender públicamente a Piñera como “un gran demócrata”, reivindicando lo que hizo durante la rebelión popular de 2019. Un discurso que ha, además, se ha vanagloriado de que han logrado “normalizar al país” por el camino de los acuerdos con la derecha, reafirmando que los odiados 30 años son la única senda por la que el país puede crecer.
Hoy, el miedo al posible gobierno de Kast es usado para conseguir apoyo a Jara (candidata de Boric), exponiendo la actual elección como un callejón sin salida que sólo busca reafirmar en la consciencia de miles de honestas compañeras y compañeros la idea de que sólo podemos optar por alguna forma de capitalismo dominando el país, la de Jara o la Kast, y que no existe ninguna otra opción más.
Debemos prepararnos para enfrentar a la ultraderecha en las calles.
Lo vienen demostrando las y los migrantes en EEUU contra Trump, sectores de la clase trabajadora en Argentina contra Milei, y muchos países del mundo contra el genocida Netanyahu: el único camino real para oponernos a la ultraderecha estará en las calles, y dependerá del nivel de organización, unidad en las movilizaciones que seamos capaces de construir desde ahora.
No sólo como oposición a la ultraderecha, sino una unidad realmente anticapitalista, que recoja las demandas por la recuperación de los bienes comunes naturales, la reestatizacion de los derechos sociales y las empresas estratégicas, fin de las AFP y las privatizaciones, por un modelo económico realmente ecológico, por los derechos de las mujeres, las disidencias sexuales, por la autodeterminación de los pueblos originarios, y otras importantes demandas. Como MST, estamos convencidos que sólo podrán ser totalmente resueltas con gobierno de las y los trabajadores junto a los sectores populares.
Es en sentido que muchas candidaturas, entre ellas las de la Izquierda Ecologista y Popular, se han levantado por fuera del gobierno y las derechas, desde el mundo de las y los trabajadores, la lucha en los territorios y el ecologismo, como expresión de la necesidad urgente de contar con candidaturas que realmente lleven nuestras demandas al congreso, pero sobre todo aporten a la organización y movilización para realmente conseguir que sean resueltas. Gustavo González, nuestro candidato en el distrito 14, es parte de estas opciones.
Sin duda, esa unidad tendrá una tarea inmediata a partir del lunes 17 de noviembre: discutir qué hacer ante una posible segunda vuelta presidencial. Para nosotros y nosotras, se trata de buscar una amplia y democrática discusión entre organizaciones y activistas para definir una posición común, y una respuesta publica que muestra que por fuera de los bloques políticos que se disputan el gobierno en esa segunda vuelta, existe el universo de organizaciones sociales, sindicales, territoriales, ecologistas y políticas.
En estas presidenciales votamos nulo, y en las parlamentarias votamos lista D, Izquierda Ecologista y Popular.
